LA MUJER GITANA Y LA POLÍTICA

Un aspecto sumamente importante para la normalización social de la mujer gitana es su presencia en el espacio público. Las mujeres gitanas hemos tenido un papel preponderante en la transmisión de los valores gitanos a lo largo de la historia. Pero hemos permanecido escondidas en el interior de nuestras familias, viviendo hasta el extremo la experiencia de marginación de nuestro pueblo. Los cambios sociales del siglo XXI en nuestra sociedad democrática hacen posible que desaparezca esa lacra. Tenemos los medios para realizar ese cambio, pero hemos de trabajar con ese compromiso de estar presentes en nuestra sociedad y la realidad es que apenas hay mujeres gitanas dirigentes de partidos políticos ni concejalas de Ayuntamientos ni diputadas autonómicas, estatales o europeas. Y eso no puede continuar así.
La posibilidad de todo el cambio que se está experimentando en el colectivo de mujeres gitanas se basa en la Constitución de 1978, que garantiza una serie de importantes valores democráticos de igualdad y respeto real a todas las personas, a todas las culturas y a todas las edades, junto con una serie de derechos inalienables que han de poderse vivir en cualquier parte y a cualquier edad. En ese contexto de modernización general, las mujeres gitanas hemos podido hacer una relectura en términos de modernidad de nuestras tradiciones y de nuestros valores como pueblo.

Por eso, las mujeres gitanas hemos de ser capaces de comprometernos en la vida política española. Una de las formas más claras de evitar la invisibilidad de nuestras vidas es nuestra militancia política. A nivel de pueblos con los Ayuntamientos o a niveles de comunidades autónomas o a nivel estatal es muy importante que nuestra voz se oiga y que seamos capaces de proponer medidas para superar la marginación de nuestro pueblo gitano. Tenemos que estar dentro, tenemos que comprometernos cada día y solo así podremos conseguir que se valore a nuestro pueblo.